El Ticuí

¿Recuerdas Macondo? El calor es igual de insoportable y el sol te quema hasta la raíz de los vellos púbicos. Ese es el Ticuí, Guerrero. Y si pasas algún día por ahí, entenderás que para los melancólicos y los viejos provincianos el resplandor de un lugar paradisiaco culmina con la ruina y la miseria emocional de su gente, de sus tierras y de sus jacales... ese es el Ticuí...¿Recuerdas Macondo?

lunes, mayo 29, 2006

Ossiel y Mitzy



Querido Ossiel:
Pase lo que pase.
Año sobre año.
Navidad tras navidad.
Lágrimas corridas.
Carcajadas insulsas.
Borracheras incansables.
Sobriedades herméticas.
Charlas prolongadas
y
Años de distancia…
Y seguimos, pues.
Ya viejos, ya adultos.
Carajo qué gusto… te casas.
Te Adoro, lo sabes.
Te quiero, te consta.
Feliz vida, cariño.
Desde acá te seguiré…
Borracho cualquiera.

martes, mayo 23, 2006

Efraín, el pez.


Confiaba más en él que en mí y
por eso sobre sus manos le confié la vida
de la primera mascota de la casa.
Una pecera hermosa.
Grande.
Con arena.
Conchas
y
Caracoles.
Una planta hermosa que le asomaba.
Con una flor.
Parecido al alcatraz.
Creo que es un alcatraz.
Hermosa la flor.
Soberbia.

Efraín la llevaba en manos.
Ni siguiera la había pagado.

Efraín y yo salimos de la redacción.
Hable y hable del desmadre del video.
Le daba un aventón a la 31.
El pez flotaba alegremente en su casa de cristal.
Los vibradores de la extensión de la 25, lo hicieron saltar.
Pero iba bien… hasta que…

—Efraín ¿podrías acompañarme a casa para dejar al pez?
—Sí, claro, eso te iba a proponer.

Tiúuuuuu. Se abrió el garage de la casa.

—Espérame, Efraín, yo te abro.
—No te preocupes… ¿Sabes? Dejaré mi mochila en tu carro.

El drama

Craaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaasssshhhhhhhhh.
Sonó la pecera…
Conchas por acá.
Piedras por allá.
Agua en todas partes.
Caracol de cabeza.
Todo en el suelo.
Todo roto.
Todo en slow motion.

—Nooooooooooooooooooooooooooooooooooooo ¡salva al pez!
—Perdón, perdón.
—¡Salva al pinche peeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeez!
—No sé dónde estáaaaaaaaa… perdón.

Corrí hacia la puerta el copiloto.
En el suelo yacía latente la arena sintética que formaban
el océano ficticio donde habitaría mi pez, al menos los siguientes meses.

—¡¿Dónde está el pez?!
—No lo sé, está muy oscuro…
—No te muevas.

En el suelo, al ras de la llanta trasera del lado diestro,
una burbuja se contoneaba en busca agua.
—¡Sigue vivo!
Tomé al pez con la delicadeza que me caracteriza,
o sea la de un cafre de la Ruta 10, y corrí tres pasos.
El pez dejó de moverse… segundos más tarde entendería por qué.
—Murió…
Mi primera mascota en Puebla vivió tres horas,
tomando en cuenta que dos horas con 50 minutos
estuvo en una oficina encerrado aguardando la hora
para irse a su nuevo hogar.

Con el pez en la mano, regresé a recoger los vidrios del suelo.
Pez se rehusó a morir,
con un brinco triple mortal a 360 grados brincó de mi mano.
¡zaz!
—¡Sigue vivo!
—Corre Efraín, trae agua de la casa
Y Efraín corrió… cuatro pasos.
—Préstame las llaves de tu casa…

En el suelo un agujero recolectó más de 20 mililitros de agua.
Arrojé al pez. Respiró.
Corrí a casa.
Tomé un vaso lo llené de agua Ciel de una botella abandonada en el fretil.

Pez en el agujero seguía vivo.
Dos segundos más tarde…
Glu glu blu blu
Respiró al interior del vaso.

Ahora vive en una pecera que me robé de una boda el año pasado.
Acomodé la planta porque esa es su comida.
Le metí el enorme caracol, para eso de darle calor.
El pez que casi muere se llama Efraín, como su cuasi asesino.
Efraín, mi pez, la primera mascota de la casa.
Vive en el adorno de la boda de Susy, mi prima, la loca, quien solía golpearme cuando era niña.

Mundo me criticó cuando me la robé
¡Inmundo! Mi naquez salvó a Efraín, el pez.

—¿Y cómo está mi tocayo?—Preguntó Efraín esta tarde en la redacción.
—Mojado—le respondí.

PD: ¿Por qué Efraín, el pez, dejó de respirar en mi primer intento se salvarlo?
Porque yo con mis corridos bruscos le metí demasiado aire en su cuerpecito multicolor.

lunes, mayo 08, 2006

Sepia


¿En sí qué encierra el color sepia?
No lo sé.
Esta fotografía la tomó ese alguien,
el mismo día en que decidió ahumarme la vida.
Creo que eso es, una especie de difuminación ahumada.
Un toque que roba el color.
Un tono que arranca la chispa.
Sepia, reflejo de tristeza.

miércoles, mayo 03, 2006

Exilio II (y por fin te vas)

No pude verlo,
ni siquiera escucharlo.
Pero lo supe:
destrocé a ese hombre que tanto me amó
y que claro, tanto amé.

En mi puerta hay tres sentimientos:
liberación;
arrepentimiento
y
un poco de amor enmarañado.

Escupí dolor y dagas
y justo en el centro de él
quedaron varadas.

Ante mi ciega capacidad de decirlo
He aquí un texto que dice todo,
lo que yo debería de callar.
Un texto que fue real, pero en mi caso analogía pura.

Nelly, es la autora.
Lebrel, quien lo promociona.

Ausencia Blanca

Para que no me olvides, corazón, va mi fuerza sobre el hueco ovoide del órgano situado en tu pecho. Para que la circulación de tu sangre ya no se concentre en el latido cálido de mis memorias, de mis rencores, de tu desnudez emancipada.
Para que veas el filo de mis palabras y las atiendas cuando sobre ti descansen, va éste puñal para silenciarte, para que ya no latas, para que ya no suenes, para que la conciencia se me apague...que mi obrar ya no sea disimulado que corra sangre y mi instinto se desate.
Para que no me olvides, corazón, va mi fuerza sobre tu cavidad toráxica, sobre tu respiración metálica, tu recinto de grito y gemido. Va para ti la inflamada punta y el cuerpo de este cuchillo, que me destroza la inocencia y cae a golpes sobre tu espalda.
Para que el viento no se lleve las palabras y sepas que primero muerta que de sin ti quejarme. Para que suene tu lamento y se enmudezca este dolor que clama.
Para que no me olvides, corazón, va mi fuerza a esa víscera que segrega bilis, va mi fuerza duramente, con exceso, como mis manos cuando acariciaban tu carne.
Para que no me olvides, corazón, sólo serán tres puñaladas, como la suma de tus besos, tus caricias, tu mirada.
Para que no me olvides, corazón, no habrá anuncios, no habrá plegarias, no habrá perdones, arrepentimientos, cárcel.Para que no me olvides, corazón, y para no errar a esto que late, tres puñaladas para que no me olvides aunque te mate.