El Ticuí

¿Recuerdas Macondo? El calor es igual de insoportable y el sol te quema hasta la raíz de los vellos púbicos. Ese es el Ticuí, Guerrero. Y si pasas algún día por ahí, entenderás que para los melancólicos y los viejos provincianos el resplandor de un lugar paradisiaco culmina con la ruina y la miseria emocional de su gente, de sus tierras y de sus jacales... ese es el Ticuí...¿Recuerdas Macondo?

domingo, agosto 19, 2007

Finge que no soy yo


—Te voy a desvestir.


—…


—¿Quieres que me detenga?



—No.


—¿Por qué no me besas?



—…Vamos a echar a perder todo


—¿Eso crees?



—Sí.



—…


—…



—Déjame hacerte el amor










Imagen:www.molecularexpressions.com/.../whiskey.jpg

miércoles, agosto 15, 2007

El Sweet




Era el verano del 2003. Una tremenda transformación en ambos se cocinaba en nuestros cuerpos.

—¿Qué te pasa, por qué tienes esa cara?— me preguntó mi hermana.
Mundo es homosexual…
—¿Por fin salió del closet? ¡Que bueno! Mamá… qué crees… ¡Quimi! ¡Alfonso!

Me quedé pasmada en el escritorio unos 10 minutos después de que colgué el teléfono. Minutos antes, Ricardo me llamó para decirme: “Tu pinche amiguito, ahora se anda fajando a hombres en los bares. Pinche Mundo”.

—¡Por Dios, Selene! Ya quita esa cara. Si se le nota a 100 mil kilómetros.
—Pero yo le pregunté. Me ha dicho que no. Creo que no confía en mí.
—Tranquila. Ya te lo dirá en cuanto te vea.
—Faltan dos meses para que lo vea.
—Háblale.
—El puto no tiene crédito.
—Tranquila. Ya lo verás. Mira, toma en cuenta que si no salía del clóset se iba a amargar toda la vida.
—¡Me vale madre!

Unas tres horas después, mis hermanos, mis papás y yo nos sentamos a comer. El tema de conversación, indudablemente, fue la revelación de Edmundo. Todos opinaban. Que qué bueno, que qué aliviane, que qué interesante. De repente, solté una carcajada.

—¿Y ora, loca?
—Es que… entonces, no estaba enamorado de mí. Simplemente quiere ser una mujer como yo…
—No mames, Selene— reprendió mi hermano.
—Jajaja.

La maldición

El sábado pasado pasó lo inesperado. La maldición, dice él. Todo sucedió, después de que Mundo y yo nos fuimos a vivir juntos. Después de que nos tacharan de amantes, novios, amigos…Incluso, hubo una versión de que yo era la tapadera de él, y viceversa.
Y ninguna de las versiones era cierta. No éramos amigos para esas fechas, ya éramos cómplices. Ni qué decir a estas alturas.

Fue en el Sweet. El nuevo antro de Iván Mange, el mismo que intentó ser candidato por el PRI a la alcaldía de San Andrés Cholula, pero no lo logró. Una víctima más de López Zavala, en fin, esa no es la historia.
El caso es que Mundo —Inmundo— bebió como loco y terminó como un completo idiota.
Vestido de gala, recién rasurado, con el ánimo en el techo, con las emociones desbordadas y con todas las intenciones de reventarse, so pretexto del cumpleaños de Paulina, llegó al Sweet.
Comenzamos tomando tequila. A toro pelado. En caballitos. Uno tras otro. Él ya traía tres cervezas encima. Ya bájale, le advertí. Salud, me respondió.
Al poco rato tuvo la peor de las ideas, beber la cortesía del empresario: champagne hasta que las burbujas desaparecieran en el fondo de la botella.

—Me encanta. Quiero más— dijo, mientras se robaba las copas de los chicos CAMBIO.

No sé de dónde diablos ideó que combinando Tequila con vodka no se emborracharía.
Ajá, ajá. Nadie sabe.

¡Y así lo hizo!

Sonaba una rola punchis, punchis, cuando comenzó con el clásico discurso: Te quiero mucho.
—Sí, Mundo, lo sé.
—Es que te amo, pinche Selene. Cuando compre mi casa, te irás conmigo. Quiero que estés conmigo, será tu casa y el día que te vayas, y decidas regresar, ahí estaré esperándote en la casa.
Soltó una lágrima.
Me miró a los ojos, y me plantó tremendo besote en la boca.
Solamente sonreí. Nos hemos besado muchas veces.
Pero lo peor vino después: me jaló hacia él, metió sus manos a mis nalgas, esquivando la minifalda y los calzones: “Me encantan tus nalgas, Selene” susurró en mi oído, al tiempo de estrujármelas.
Efraín bailaba placidamente cuando vio la escena. Abrió sus pequeños ojitos. Abrió su boca: “¡Qué pedo, Mundo!”
—Es que, cuando iba en la universidad me encantaba la Bellati. Quítate, Selene. Yo quería con Estéfanni… Estefanni, ven acá.

La Bellati también sufrió del momento buga de Edmundo, sobre todo sus chichis.

Justo cuando comenzó mi canción favorita de los últimos meses, esa de:
Te mando flores pa que adornes…
yo te las mando...
y te mando besos y mis canciones...
mi niña linda yo te juro...
quiero encontrate en mis sueños,
que me levantes a besos,
ningún lugar está lejos
para encontrarnos los dos,
dejame darte la mano,
para tenerte a mi lado,
mi niña yo te prometo
que seré siempre tu amor,
no te vayas por favor
...nana, nana...nanaí.
El buen Mundo se aventó otro detallazo, comenzó a vomitar, ya saben, baño y jardín, y, seguridad lo terminó acompañándolo a la puerta.

Por segunda vez, nos corrieron de un antro de Mange. Ya no es nota.

—Selene, ya vámonos a la casa.
—Ámonos, pues.

Nota: A la mañana siguiente, Edmundo dijo que su peda se debió al alcohol adulterado que vende Mange. Le dije que no, que la combinación que hizo con los pomos, no era idea del socio de Javier García Ramírez.