El Ticuí

¿Recuerdas Macondo? El calor es igual de insoportable y el sol te quema hasta la raíz de los vellos púbicos. Ese es el Ticuí, Guerrero. Y si pasas algún día por ahí, entenderás que para los melancólicos y los viejos provincianos el resplandor de un lugar paradisiaco culmina con la ruina y la miseria emocional de su gente, de sus tierras y de sus jacales... ese es el Ticuí...¿Recuerdas Macondo?

lunes, febrero 18, 2008

El martillo




Insistí en que no quería quedarme sin agua.
Hasta el cansancio lo repetí.
El problema del conjunto habitacional donde vivo es que tengo
un par de vecinas con hambre de control sobre todos los que habitamos ahí.
Las dos hacen honor a los paradigmas dignos de los multifamiliaresmexicanos.
Una de ellas, gorda, fea y pobre. Con tres pubertos y un esposo buena gente.
Es la clásica vecina que te cierra la puerta en la cara.
La que te acusa de ruidosa, borracha y conflictiva.
—Y a veces hasta de puta—
Ella se llama Natalia y vive en la casa número uno.
Paz es mi otra vecina. Soltera, conservadora y rebasa los 50 años.
Tranquila, accesible, pero perfeccionista.
***
Hace tres años que vivo ahí y desde hace tres años sufro
el mismo problema: agua.
Casi nunca falta el agua, pero algunas veces es necesario que
activemos la bombapara llenar nuestro tinaco y cisterna.
Mis vecinas insisten en controlar la bomba, al grado de que
la han encerrado en una jaula, cuya llave duerme solamente en sus casas:
—Yo la pongo todas las mañanas, no entiendo porqué no tienes agua.
—No se trata de que entienda, sino de que prenda la bomba.
—Es que siempre es lo mismo contigo. Por tu culpa pagamos más luz que antes.
Todo el tiempo quieres la bomba.
—Cómo quiera, pero prenda la bomba o présteme la llave.
***
Requerí una copia de la llave al menos unas seis veces antes del
terrible episodio de ‘el martillo’.
Siempre recibí una negativa.
Veamos.
—Doña Natalia hace días que me estoy quedando sin agua
¿Me puede prender la bomba o prestar su llave para sacarle una copia?
—Yo la prendo todas las mañanas, no entiendo porqué no tienes agua.
—Ajá ¿Por qué no me presta su llave?
—No, dile a la señorita Paz, a ver si ella te autoriza tener una copia.
La verdad es que no te la mereces.
***
—Doña Paz, hablé con la del uno, le he pedido una copia, pero ya ve
que no le caigo ¿Usted podría hacerme el favor?
—Mira, Selene, lo que pasa es que… mira, yo, este, mmm, no tengo la llave.
***
El episodio
Días antes de que todo ocurriera yo solicité amablemente la copia de la llave,
que por supuesto, me negaron.
Ese día andaba de muy mal humor. Alguien se había comido mi queso
philadelphia y nadie aceptaba la culpa.
Mi nana, Lupita, me avisó que mientras lavaba la ropa el agua se había acabado.
—Dile a Xu que le avise a doña Paz, estoy de muy mal humor.
Minutos después, mi nana me dijo:
—Dice Xu que tiene sueño, que ahí luego.
—Hija de la chingada… ¿Tiene candado la jaulita de la bomba, verdad?
—Sí, chula.
—¿Con qué rompo un candado? ¡Dame el puto martillo!
—Pero…
—Lupita, por favor…
***
Cogí el martillo y me salí de la casa. Me dirigí directamente a casa de Doña Paz.
Toqué el timbre y esperé unos segundos.
Cuando doña Paz abrió su puerta, se encontró con una mujer de sonrisa forzada, ojos desorbitados y jugueteando con un martillo negro entre sus manos.
—¿Qué pasó Selene?
—Que me quedé sin agua, doña Paz— dije, mientras la mano que sostenía el martillo
golpeaba la otra mano con leves toques.
—¿Cócomo?— titubeó fijando su mirada en el martillo.
—Así, normal. Como sucede siempre que quieres agua y del grifo no sale nada.
Doña Paz le dije que no quería más problemas con el agua ¿Me prende la bomba?
—Pepero no tengo copia.
—Excelente. No se preocupe. Voy a romper ese puto candado que ya me tiene
hasta la madre y mientras ustedes sigan poniendo esas mamadas,
yo seguiré rompiéndolos ¿Estamos? Con permiso.
—¡Selene! Espera… creo… que… mira… es que…
—No le entiendo doña Paz.
—Este… mira… yo… sí tengo una llave, ya me acordé.
—Ah mire que oportuno su recuerdo.
—Ten, te regalo mi llave.
—Gracias doña Paz. Con permiso.
***
A los pocos días, el resto de mis vecinos ya sabían los pormenores de
mi encuentro con la señorita Paz. Un poco desvirtuados, claro está,
pues mi vecina narró que la amenacé. Que quería yo sorrajarle
el martillo en la cabeza. Admito que mi cólera me llevó a pensarlo,
pero les juro jamás la amenacé.
***
Pinche vecina que soy: ruidosa, borracha, conflictiva, puta y cuasi homicida.
***

La imagen fue extraída de: http://macedoniamagazine.frodrig.com

jueves, febrero 14, 2008

Breves historias de un 14 de febrero


Las últimas horas

En unos cuantos minutos el trienio de Doger terminará. Ya lo dijo quien lo dijo: “No hay plazo que no se cumpla” Por razones políticas, ese plazo tiene un valor extra en esta redacción.
No me había percatado del final, ni siquiera porque ahora faltaban 37 minutos,hasta que se decidió la foto principal de la contraportada.

—¿Qué foto llevamos de contra?— gritó le editor
—¡Me vale madre!— contestó el director apresurándose a la puerta.
—Lleva por favor, la de Raymundo Vega colocando la fotografía de Enrique Doger en el Salón de los Presidentes— ordenó Zeus.

En ese momento entendí: esto es el final.






Ojos que se caen

Ahora resulta que tienes los ojos escurridizos.
Que huirán de tu cuerpo en una década.
Así de fácil lo dijiste: Ellos se van para el 2018.
Tomarán un camino incierto y abandonarán tu hermoso rostro.
Y todo comenzó con una simple infección, explicaste.
—¿Cómo es eso posible?— pregunté.
—No lo sé, me lo acaban de avisar.

El abrazo

Sus compañeros de trabajo intentaron sonrojarlo.
Pero nada lo consiguió más que mi afirmativa.
Dos de sus compañeros me pidieron que le diera un abrazo.
Yo, sonriente, accedí. Bajo el ridículo argumento de que faltabanunas horas para el 14 de febrero.
El mero día “rojo capitalista” tenía en su MSN una petición que logró conmoverme: “necesito que me apapachen”
Tranquilo, le sugerí, sólo es un día comercial, no implica nada sentimental.
—Pero se me hace eterno.
—¿Qué te pasó? ¿Te dejaron un día como hoy?
—Sí ¿Se nota mucho?
—Afortunadamente ya ha pasado un año o más, pero entre más, menos duele.
—Creo que es al revés.

Las putas

En efecto, el 14 de febrero es un mal día para los excesivos gastos que marca la tradición capitalista.
Debieron elegir el 15, el primero o el tercero.
¡Pero el 14!
Por dios ¿quién tiene dinero el último día de quincena?
—Como tú eres el soltero, esta noche, pinche Miguel, tú invitas las putas.
—¿Putas, hoy? Pero tú tienes novia.
—Se enojó conmigo. ¡Invita las putas, pinche Miguel!
—Já, sólo tengo 20 pesos ¿Nos alcanza?
—Le voy a llamar a mi novia, a ver si me perdona.







Fotografía: Ulises Ruiz/CAMBIO