El martillo

Insistí en que no quería quedarme sin agua.
Hasta el cansancio lo repetí.
El problema del conjunto habitacional donde vivo es que tengo
un par de vecinas con hambre de control sobre todos los que habitamos ahí.
Las dos hacen honor a los paradigmas dignos de los multifamiliaresmexicanos.
Una de ellas, gorda, fea y pobre. Con tres pubertos y un esposo buena gente.
Es la clásica vecina que te cierra la puerta en la cara.
La que te acusa de ruidosa, borracha y conflictiva.
—Y a veces hasta de puta—
Ella se llama Natalia y vive en la casa número uno.
Paz es mi otra vecina. Soltera, conservadora y rebasa los 50 años.
Tranquila, accesible, pero perfeccionista.
***
Hace tres años que vivo ahí y desde hace tres años sufro
el mismo problema: agua.
Casi nunca falta el agua, pero algunas veces es necesario que
activemos la bombapara llenar nuestro tinaco y cisterna.
Mis vecinas insisten en controlar la bomba, al grado de que
la han encerrado en una jaula, cuya llave duerme solamente en sus casas:
—Yo la pongo todas las mañanas, no entiendo porqué no tienes agua.
—No se trata de que entienda, sino de que prenda la bomba.
—Es que siempre es lo mismo contigo. Por tu culpa pagamos más luz que antes.
Todo el tiempo quieres la bomba.
—Cómo quiera, pero prenda la bomba o présteme la llave.
***
Requerí una copia de la llave al menos unas seis veces antes del
terrible episodio de ‘el martillo’.
Siempre recibí una negativa.
Veamos.
—Doña Natalia hace días que me estoy quedando sin agua
¿Me puede prender la bomba o prestar su llave para sacarle una copia?
—Yo la prendo todas las mañanas, no entiendo porqué no tienes agua.
—Ajá ¿Por qué no me presta su llave?
—No, dile a la señorita Paz, a ver si ella te autoriza tener una copia.
La verdad es que no te la mereces.
***
—Doña Paz, hablé con la del uno, le he pedido una copia, pero ya ve
que no le caigo ¿Usted podría hacerme el favor?
—Mira, Selene, lo que pasa es que… mira, yo, este, mmm, no tengo la llave.
***
El episodio
Días antes de que todo ocurriera yo solicité amablemente la copia de la llave,
que por supuesto, me negaron.
Ese día andaba de muy mal humor. Alguien se había comido mi queso
philadelphia y nadie aceptaba la culpa.
Mi nana, Lupita, me avisó que mientras lavaba la ropa el agua se había acabado.
—Dile a Xu que le avise a doña Paz, estoy de muy mal humor.
Minutos después, mi nana me dijo:
—Dice Xu que tiene sueño, que ahí luego.
—Hija de la chingada… ¿Tiene candado la jaulita de la bomba, verdad?
—Sí, chula.
—¿Con qué rompo un candado? ¡Dame el puto martillo!
—Pero…
—Lupita, por favor…
***
Cogí el martillo y me salí de la casa. Me dirigí directamente a casa de Doña Paz.
Toqué el timbre y esperé unos segundos.
Cuando doña Paz abrió su puerta, se encontró con una mujer de sonrisa forzada, ojos desorbitados y jugueteando con un martillo negro entre sus manos.
—¿Qué pasó Selene?
—Que me quedé sin agua, doña Paz— dije, mientras la mano que sostenía el martillo
golpeaba la otra mano con leves toques.
—¿Cócomo?— titubeó fijando su mirada en el martillo.
—Así, normal. Como sucede siempre que quieres agua y del grifo no sale nada.
Doña Paz le dije que no quería más problemas con el agua ¿Me prende la bomba?
—Pepero no tengo copia.
—Excelente. No se preocupe. Voy a romper ese puto candado que ya me tiene
hasta la madre y mientras ustedes sigan poniendo esas mamadas,
yo seguiré rompiéndolos ¿Estamos? Con permiso.
—¡Selene! Espera… creo… que… mira… es que…
—No le entiendo doña Paz.
—Este… mira… yo… sí tengo una llave, ya me acordé.
—Ah mire que oportuno su recuerdo.
—Ten, te regalo mi llave.
—Gracias doña Paz. Con permiso.
***
A los pocos días, el resto de mis vecinos ya sabían los pormenores de
mi encuentro con la señorita Paz. Un poco desvirtuados, claro está,
pues mi vecina narró que la amenacé. Que quería yo sorrajarle
el martillo en la cabeza. Admito que mi cólera me llevó a pensarlo,
pero les juro jamás la amenacé.
***
Pinche vecina que soy: ruidosa, borracha, conflictiva, puta y cuasi homicida.
***
La imagen fue extraída de: http://macedoniamagazine.frodrig.com