El Ticuí

¿Recuerdas Macondo? El calor es igual de insoportable y el sol te quema hasta la raíz de los vellos púbicos. Ese es el Ticuí, Guerrero. Y si pasas algún día por ahí, entenderás que para los melancólicos y los viejos provincianos el resplandor de un lugar paradisiaco culmina con la ruina y la miseria emocional de su gente, de sus tierras y de sus jacales... ese es el Ticuí...¿Recuerdas Macondo?

lunes, abril 17, 2006

La opera prima de un rubio cenizo.


Había una vez, en un lugar muy muy lejano, cerca de las maravillosas playas del pacífico, una larga y teñida cabellera rubia que gustaba de salir al campo a exponerse ante el brioso sol para lucirse.

La cabellera larga y teñida de rubia se hacía llamar así: La Cabellera Larga y Teñida de Rubia.

En los prados, en las llanuras, en el valle, en el sur y el norte, la Cabellera Larga y Teñida de Rubia vagaba, iba y venía en los campos mientras los rayos del sol; de la luna y de las estrellas se deslizaban entre ella.

Un día caluroso, llegó al pueblo muy muy lejano, cerca de las maravillosas playas del pacífico, un estilista muy, pero muy famoso que venía de muy, pero muy lejos.

Santiago, se llamaba.

Santiago de rasgos toscos y toques finos se enamoró de Cabellera Larga y Teñida de Rubia.
Ella, fiel a su vanidoso estilo, se dejó amar por Santiago.
Con sus toscas manos de finos toques, Santiago hizo que Cabellera Larga y Teñida de Rubia, luciera como nunca, como una princesa, como una diosa de las rubias.
Entre tintes mágicos y baños de color embrujados, Santiago transformó, en un lapso de seis horas, a Cabellera Larga y Teñida de Rubia en: Cabellera Larga y Rubia.

Cabellera Larga y Rubia ya no se lucía entre las praderas del pueblo aquel. Pues el resto de las cabelleras, no la merecían.

Cabellera Larga y Rubia que gustaba del buen vino y de baños de burbujas entre la élite de Cabelleras del pueblo aquel se pasó varios años de su vida dejándose amar por sus admiradores.
Pero Cabellera Larga y Rubia no era feliz, aspiraba a más en la vida. Quería ser famosa, ser vista en el mundo de los cabellos finos, pero su oportunidad no llegaba.

Cabellera Larga y Rubia se acostó con políticos y gobernadores, con empresarios y alcaldes, pero nada le resultaba. Nada.

Cabellera Larga y Rubia lloraba por las noches.
Se encerraba en la bañera a gritar su frustración.
Ni tratamientos, ni acondicionadores apaciguaban su pena.
Sonreía durante el día y agonizaba durante la noche.
La robusta vanidad de Cabellera Larga y Rubia la orillaron a quedarse sin amigos, sin familia, se quedó sola.
Sólo con sus amantes que la admiraban por su belleza externa, pero nadie que la amara por su belleza interna.

¡Dios santo!
Qué manera de sufrir.
Qué manera de llorar.
Qué agonía la suya.

Cabellera Larga y Rubia intentó recortarse.
¡Y lo logró!
Pretendió maltratarse.
¡Y vaya que lo logró!
Se bañó siete meses seguidos con detergente en polvo.
¡Qué opacidad!
Se empiojó en un basurero.
¡Cuánta comezón!
Visitó a una bruja para llenarse de caspa.
¡Y también lo logró!

Cabellera Larga y Rubia se arrastraba por las piedras para rascarse de los piojos. Se sacudía con taladros para sacarse la caspa.
Cabellera Larga y Rubia yacía tumbada en un antro de mala muerte, sin brillo en el cuerpo, con las puntas llenas de orzuela, llena de piojos y de caspa, cuando Santiago, el estilista famoso, tras una larga búsqueda, la encontró.
Santiago llevaba años preguntando por ella, mortificado por ella, hasta que la encontró haciendo el amor en la cocina con el pianista del club “¿Me estás oyendo inútil?”

Santiago cogió suavemente a Cabellera Larga y Rubia y la llevó entre sus brazos a su estética.
Ahí la curó.
Champú.
Acondicionador.
Esferas de gelatina.
Keratina.
Biotina
Pro-vitamina B-5
Ácido pantoténico.
Y color, mucho dorado color.

Tras un año de arduos tratamientos y entre baños de color y reflejos cenizos, Cabellera Larga y Rubia revivió en Cabellera Larga y Rubia Ceniza.
Un día común en la nueva vida de Cabellera Larga y Rubia Ceniza conoció al mejor amigo de Santiago.
Un famoso e internacional fotógrafo.
Justino, lento y despeinado, se perdió de amor por Cabellera Larga y Rubia Ceniza
Ella, fiel a su estilo se dejó amar por el famoso fotógrafo.
Justino y Santiago se apropiaron de Cabellera Larga y Rubia Ceniza.
Justino sacó a pasear a Cabellera Larga y Rubia Ceniza.
La llevó al cine.
Al teatro.
Al parque.
Al zócalo.
A comer helado.
A comprar diademas.
A ver el atardecer en el valle.
A llorar en el amanecer del noreste.
Meses después, Cabellera Larga y Rubia Ceniza se hizo amante de Justino, quien perdido de amor la llevó al estrellato.
Cabellera Larga y Rubia fue fotografiada por cientos de cámaras nacionales e internacionales.
Y en un mirador del Ombligo del Universo, Cabellera Larga y Rubia Ceniza saltó a la fama una vez que fue inmortalizada en una fotografía para adornar las estéticas del mundo.
Cabellera Larga y Rubia Ceniza aún vive con su amor Justino.
Ambos van juntos.
Él la toma del tupé, mientras ella se enreda entre sus brazos.
Ahí está Cabellera Larga y Rubia Ceniza en miles de fotografías en todo el mundo.
Y es feliz.
Aunque aún se escapa, sobre todo en octubre, a bañarse al río con detergente en polvo.

(En la gráfica: Justino con Cabellera Larga y Rubia Ceniza un día antes de irse a su segunda luna de miel)

2 Comments:

At 7:21 p.m., Blogger lebrel said...

jajajaja me has hecho reir que hermoso cuento digno de pasar en la carabina de ambrosio o ahi con Cachirulo, ah nacido una estrella!
Cabellera larga y teñida de rubiaaaaaaaa!

 
At 11:16 p.m., Blogger leche! said...

mi parte favorita del cuento: "a bañarse al río con detergente en polvo"

 

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