El Ticuí

¿Recuerdas Macondo? El calor es igual de insoportable y el sol te quema hasta la raíz de los vellos púbicos. Ese es el Ticuí, Guerrero. Y si pasas algún día por ahí, entenderás que para los melancólicos y los viejos provincianos el resplandor de un lugar paradisiaco culmina con la ruina y la miseria emocional de su gente, de sus tierras y de sus jacales... ese es el Ticuí...¿Recuerdas Macondo?

martes, septiembre 12, 2006

Dios en el Poder




12 de septiembre.
Ayer, el nene y yo nos estrenamos como columnistas.
Ya no soy vírgen en eso de las columnas.
El nene tampoco.
Aquí nuestro texto inaugural.


Selene Ríos Andraca y Héctor Hugo Cruz Salazar

¡Y que regañan a Ugalde!
¡Ay, Carlitos Ugalde!
¡Y que le enlistan sus errores!
Y que poco faltó para decirle inepto...

Eran días de incertidumbre en el país —claro, para nosotros los ilusos—.
Corría el mes de agosto.
Los consejeros locales del Instituto Federal Electoral recibieron una curiosa invitación para comer con —tan tan tan taaan (música de suspenso)— el mismísimo, el grandísimo, el veneradísimo Luis Carlos Ugalde. ¡Sí, el consejero presidente del IFE! Ajá, ajá, el doctor Ugalde, para los cuates.
Día 12 para ser exactos.
A las 15 horas.
En Tlalpan 100, es decir, en la mera sede de ese gran órgano electoral.
Allá en el Distrito Federal.
Puntuales y con cigarrillos en la mano llegaron Alfredo Figueroa Fernández, Sergio Cházaro Flores, Federico González Magaña, Domitila Ávila, Alejandra Gutiérrez Jaramillo y Jorge Sánchez Morales.
¡No! Luis Garibi Harper y Ocampo no asistió ¿Por qué? Quién sabe, pero no fue y ya. Dicen que no quiso ir... —Ujum—.
Nuestros consejeros fueron recibidos por personal del IFE y los hicieron pasar a un salón.
Nada improvisado el salón —que no, que no—.
Cada silla tenía al frente un letrero/pegotito con el nombre de cada consejero.
¡Sí! Ugalde es tan ordenado que decidió dónde se sentaría cada uno de los integrantes del Consejo Local.
—Mmm, omitió la personalidad de nuestros consejeros.
Por supuesto, Alfredo Figueroa no se sentó donde le correspondía, tampoco Federico González ni Sergio Cházaro. ¡Vaya! Ni Alejandra Gutiérrez, Domitila Ávila o Jorge Sánchez...
Los personajes jugaron un rato con sus nombres...
Alfredo Figueroa fingió ser Alejandra Gutiérrez y etcétera, hasta que se aburrieron y tomaron asiento.
Las 15:30 en el salón del IFE en Tlalpan 100.
El rechinido de la puerta rompe con la plática de los presentes —cruig cruig—. Entra Luis Carlos Ugalde con el secretario Ejecutivo del Instituto, Manuel López Bernal.
Ugalde les expuso la razón de la invitación: “Para platicar sobre el proceso y sus quejas que han externado en el Consejo Local”.
¡Zaz! Que empieza la letanía contra Ugalde.
No faltaron voces ni argumentos:
Inaceptable el papel del Consejo General en cuanto a la comunicación.
Inaceptables las fallas técnicas para la designación de funcionarios de casillas.
Inaceptable la aleatoriedad “dirigida”.
Inaceptable que el Consejo General no admitiera errores.
Inaceptable la pérdida de tres millones de votos.
Inaceptable que el Consejo General declarara una “elección inmaculada”.
Inaceptables las restricciones a los Consejos Distritales para la apertura de paquetería electoral.
Inaceptable el actuar del Consejo General.
Inaceptable que Ugalde declarara ganador a Felipe Calderón en plena ebullición política.
Inaceptable que Ugalde despilfarrara la legitimidad del Instituto con sus brillantes declaraciones.
¡Uf! —sudo penas ajenas—.
Le llovió al consejero presidente.
¿Quiénes se quejaron?
Mmm, obviamente las primeras voces fueron las de Sergio, Federico y Alfredo.
Pero Alejandra Gutiérrez, Domitila Ávila y Jorge Sánchez aportaron bastante para pegarle a Ugalde.
Por cierto, —casi lo olvido—, Jorge Sánchez reclamó hasta la falta de liderazgo de Luis Garibi Harper —Ayayay qué rudoooooo—.
Los gritos, el humo de cigarros —Camel, fuman los consejeros— y la saliva salpicada fueron los aderezos del corte de carne y de los filetes de pescado que comieron.
El vino tinto no faltó.
Ni el choque de copas al final de la álgida plática —clin clin—.
Al final, Luis Carlos Ugalde reconoció al Consejo Local en Puebla y aseguró fue el más crítico en el país...
—¿A poco? Si solamente se metió con el Consejo General, Coparmex, Luis Carlos Ugalde, Mario Marín, Enrique Doger y Rosendo Huesca—.
Y por último, Ugalde admitió uno por uno los errores que le hicieron saber.
Sonrió nervioso en cada intervención.
Y admitió con un tímido “sí” cada uno de los reclamos.
La duda es: ¿Realmente Luis Carlos Ugalde admitió los errores o sólo dijo que sí a todo para no enfrentarse a los consejeros?
—Mmm, aún lo estoy pensando—.

Un precioso pacto. ¿Que no había acuerdo del PRIAN para el caso Marín?
Ajá.
Ayer dos fueron los mensajes que dejaron en claro: que en lo oscurito se acordó —entre priistas y panistas— la exoneración del góber Marín por el caso de las dos preciosas botellas y un pinche coscorrón a una vieja cabrona, porque a él no le tiembla la mano, ni le temblará:
El primero, que “El héroe de la película, papá” se reunió por espacio de media hora con el presidente electo Felipe Calderón, allá en Nayarit, en el marco de la reunión de la Conago. O al menos esa fue la versión que propalaron los voceros del que se echó las botellas en navidad.
El segundo, que Rafa Moreno Valle Rosas anunció con bombo y platillo que su partido había perdonado al góber y que ahora lo iban hasta apoyar para conseguir más lana para el estado y sus proyectos. Además de que iban a aceptar la resolución de la Corte en el asunto Marín-Cacho en caso de que en éste se exonerara al mandatario.
¿Casualidad?
Por supuesto que no.
Ya todo estaba planeado, calculado y acordado.
¿Alguien lo negará ahora?
Como diría el clásico (sobre todo de la columna): ¡Qué pinche asquerosidad es todo esto!

La flor más bella del ejido de San Mateo Cuanalá. ¡Dios nos ampare! Hace unos días, una reportera —bastante conflictiva la nena— fue despedida de un noticiero radiofónico ¿Por qué? Dicen las malas lenguas que la señorita es bastante inepta en aquello de las notas habladas —y es que pa´la radio pos no cualquiera, yo por ejemplo—.
A nuestra súperreportera no le molestó la despedida, sino que dejará de recibir sus bonos extras que bondadosamente le otorgaba el Gobierno del estado —zaz dos entradas cerradas­—.
La señorita forma parte de un poderoso pool de prensa.
La dama ha armado tremendos chismes entre el gremio.
La reportera —nada agraciada— se siente parida por los dioses, aunque la pobre parece hija de Carmen Salinas.
¡Ah! Y ha sido pellizcada, cacheteada y gritoneada por muchas otras reporteras —yo, entre ellas—.
Salud, pues.

Imagen: Selene Ríos (sí yo las dibujé en paintbrush ¿a poco no están divinas?)

1 Comments:

At 9:56 p.m., Anonymous Anónimo said...

O sea que la mancha roja en mi periódico no era catsup ¡Sino tu sangre! Es como el santo sudario, sólo que en una cotex.

 

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