Martell y su nariz.
Mario Martell llegó con un leve retraso a la delegación de la Procuraduría General de la República para presentar una denuncia contra Roberto Marín Torres, hermano del gobernador Mario Marín.
La incertidumbre y el miedo al desistimiento se hicieron presentes, hasta que pasados 40 minutos de la hora acordada, descendió de su automóvil con pasos lentos y dolidos.
Una venda cubría su nariz.
Las ojeras, la hinchazón y su tez púrpura reflejaban la resaca del marinismo que vivió la noche anterior.
Vestía una camisa mal lavada de mezclilla añeja.
Un jeans rancio y holgado por falta de detergente.
El mismo peinado que ha utilizado en los últimos 34 años.
Abrazado de su novia y mirando al suelo.
***
Éramos una treintena de personas esperando su llegada.
Había de todo: reporteros, amigos, conocidos, miembros de organizaciones no gubernamentales, defensores de los derechos humanos, colados, alumnos de la Upaep, catarinos, fotógrafos, jefes de información, abogados, orejas de gobernación y hasta el hijo de una escritora muy famosa.
Era viernes, de invierno, soleado.
El señor de las papas vendió como en mitin priista.
***
Cuando vi a Mario Martell llegar a la PGR, no vi otra cosa más que dolor.
El rostro de Mario Martell —con quien hasta hace unos meses gastábamos las horas en un café, en un antro, con unas chelas, con unas memelas o con una película— reflejaba confusión, indignación y mucho dolor.
De ese arde.
De ese que nace para quedarse ahí.
***
Guardaespaldas de Roberto Marín le rompieron la nariz a Mario Martell, cuando éste intentaba entrevistar al hermano incómodo del góber.
Guaruras de Roberto Marín le rompieron la nariz a Mario Martell, cuando éste intentaba hacer su trabajo como reportero.
Guarros de Roberto Marín le rompieron la nariz a Mario Martell, cuando éste intentaba preguntarle al hermano del gobernador sobre su nuevo cargo en el PRI.
¡Le rompieron la nariz!
***
El madrazo que recibió Martell se reflejaba en su rostro morado.
Su cara estaba hinchada.
Sus ojeras excitadas.
Sus ojos explotados.
Martell no sonrió, ni llegó a platicar con nadie.
Saludó a unos cuantos y presentó su solicitud para interponer su denuncia.
Algunos reporteros lo entrevistaron.
Su voz seca.
Seria.
Ronca.
Pensé que lloraría en la primera entrevista.
***
Mario Martell es uno de los mejores cronistas de Puebla.
Como todo periodista: es un huevón, ateo, borracho, idealista, tragón y depresivo.
Repudia la injusticia.
Le da hueva su periódico.
Le caga decidir.
Le encantan las fiestas, pero se queda dormido.
No tiene trajes, los tiene que rentar.
Le apasiona escribir para su blog.
Le encanta leer.
Y un día, en el Congreso lo confundieron con un manifestante de Xoxtla.
Es buen amigo.
O como diría Zeus, uno de sus mejores amigos: es buena bestia.
***
Y cómo va.
No estás solo Mario.
Rompámonos la madre, pues.
1 Comments:
Lo siento mucho x Martell, es buena onda y lamentablemente los weyes no les harán nada., son suerte actuará el gobierno en contra de ellos., y el pedo es que nadie le quitará el madrazo y dolor a martell...,
Nosotros mismos le damos el poder a la gente alabandolos.., si ignoran a un pendejo- por que eso debe de ser para esconderse tras guaruras- ni siquiera tendria escolta, pero como siempre andan tras de él uds. mismos- lo hacen crecer- la noticia- deberia ser algo diferente en mexico- pero se sigue haciendo reportaje de antaño,,
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yo no soy reportero- creo que digo pendejadas- pero si fuera reportero- trataria de hacer algo nuevo- algo alternativo- y no el mismo pan con mantequilla de todos los tiempos.,
sale prima.,
buen silencio.
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