Condenaste mis diciembres
El estómago casi me asalta la garganta.
Otra vez diciembre.
Otra vez huele a ti.
Condenaste mis diciembres.
Mis eneros, mis febreros, mis marzos, mis abriles, mis mayos, mis junios…
Condenaste mi existencia.
Sobretodo los diciembres.
Imposible ver la luna llena varada sobre Tixtla sin recordar tu nombre, tus manos, tus axilas.
Ese viento frío, húmedo de diciembre…carajo huele a ti.
Tú aliento.
Tus ojos viéndome el cabello.
Tus manos posadas en tus caderas.
Otra vez diciembre, otra vez tú.
Y yo sin ti.
Y tú sin mí.
Hoy te vi.
Te dejaste crecer el cabello.
Estás más delgado.
Impregnaste con tu aliento la tienda de Levis.
Sonreíste al verme.
Aunque no se si de burla o complicidad.
Te ignoré o ¿acaso yo también sonreí?
Caminé sobre la plaza de las armas y olía a ti el zócalo de la capital.
A ti huele diciembre.
A tu aliento, a tus manos, a tus ingles.
Desde ti, mis diciembres son tuyos.
Desde tí, espero ansiosa los diciembres para olerte y sentirte otra vez.
Diciembre, Chilpancingo, tu sonrisa... mi vida... la luna. Diciembre. El frío. Las ansias. La melancolía. Diciembre.
Diciembre, tú, yo.
Nada más.
Más...nada.
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