El Ticuí

¿Recuerdas Macondo? El calor es igual de insoportable y el sol te quema hasta la raíz de los vellos púbicos. Ese es el Ticuí, Guerrero. Y si pasas algún día por ahí, entenderás que para los melancólicos y los viejos provincianos el resplandor de un lugar paradisiaco culmina con la ruina y la miseria emocional de su gente, de sus tierras y de sus jacales... ese es el Ticuí...¿Recuerdas Macondo?

lunes, diciembre 27, 2004

Parada sobre la azotea

Terminaba de llover, aún olía a tierra mojada, el lodo en las calles... yo sobre la azotea...

Unas niñas jugando a la cuerda, mientras cantaban “Chango, chango, date la vuelta, chango, chango, alza un pié...”

Las calles de la colonia frías, solas, sólo se escucha el canto de las niñas, sus pies contra la banqueta y, la tierra absorbiendo el agua.

Yo, seguía de pié en la azotea del edificio, sentía el aire húmedo que llega después de la lluvia.

El cielo limpiándose, haciendo a un lado las nubes ya flacas y vacías que habían llegado dos horas antes a vomitar su líquido sobre la ciudad.

Un tenue rayo de sol atraviesa los árboles del parque de enfrente.

La gente comienza a salir de sus casas

Las ventanas comienzan a abrirse.

Son las seis de una tarde de septiembre.

Ya quedó atrás el día de la independencia, ya las banderas tricolores han sido guardadas y una que otra ahí yace olvidada por sus dueños.

La calle empedrada y lodosa aún está empapada.

Las flores del jardín del edificio comienzan a reaccionar de la lluvia, mientras otras intentan no ahogarse ante el torrencial de agua que las atacó minutos atrás.

Yo sigo parada frente a la calle enlodada y aún húmeda.

Continúo escuchando “Chango, chango date otra vuelta, chango, chango, el otro pie”.

Siento el aire entre mis senos desnudos frente a los árboles del viejo parque ya no tan solitario.

Mi saliva sabe dulce, no recuerdo que probé, tal vez es el sabor del semen aún fresco entre mis piernas.

Sigo de pie en la azotea.

Viendo sin ver.

Pensando en nada y en ayer.

Mis manos huelen a tequila añejo, mis hombros a vómito.

Entiendo, pero no quiero entender.

Hoy perdí mi virginidad.

Sigo de pie en la azotea del edificio 189 de la calle 13 en la colonia Nápoles.

Comienza la vida en la enlodada y aún húmeda calle 13

Es 1998 del mes de septiembre

Mis senos desnudos sienten el fresco aire que corre en la azotea.

Y las niñas soltaban ya la cuerda.

Otro tenue rayo de sol atraviesa las ventanas del viejo edificio de gobierno que está a lo lejos.

Pensaba sin pensar, oía sin oír, sentía sin sentir.

Sabía que era el saludo y la despedida.

Yo también soltaba la cuerda

No era más mujer

Mi bikini rosa con dibujos del pato Donald lucía ridículo entre mis nalgas.

¿qué me dolía más?

¿la vagina o el orgullo?

Un hombre me vio sudar, me vio sufrir y me hizo gozar

Mi vagina había sido probada, tentada, seducida.

Y yo seguía de pie en la azotea del viejo edificio.

Mis senos desnudos sentían el aire.

No quería sentir, pero algo más había entre nosotros, entre el viento y yo.

No sólo se colaba entre mis axilas y mis piernas

El aire me penetraba de nueva cuenta, pero ya no dolía más.

El sol se enfureció

Sin permiso de nadie, salió a agredirme la espalda, la nuca, las pantorrillas aún desnudas después del folklore taciturno

Las niñas sentadas arrojaban piedras a los charcos y celebraban la salida del sol.

La lluvia quedó atrás

Y con ella mi niñez, mi inocencia... mi virginidad

No jugaría más a la cuerda

Pero hace años lo había decido ya

Sigo de pié sobre la azotea y mis senos desnudos se han excitado de nueva cuenta

El sol deja de agredirme y me abraza con su resolana

Los árboles me sonríen

El cielo se abre como mi vagina lo hizo unas horas antes

Perdí la flor interna que ni yo valoré

Mi rosa tierna ha sido desflorada, sólo queda el polen, el tallo, y yo sonrío

Mi clítoris se erecta otra vez

Mis pezones quieren ser mordidos otra vez

Mi vagina está más húmeda que la calle 13

Me escurre más sudor de ansias que agua de las ventanas del edificio 183

Y llega el arcoiris y con ella la desesperación

Un calor encendido eriza los bellos de mis brazos, de mis pechos, de mi estómago y de mi pelvis

Me muerdo los labios

No quiero entender

El sabor dulce de mi lengua
Los labios de mi vagina chocan entre sí

Pegajosos, piden más

Sigo de pie sobre la azotea, el viento escurre entre mí

El sol evaporó mis dudas

Dejé de ser niña, entonces seré mujer

Ya solté la cuerda

Ya no jugaré más a la cuerda

Sonrío

Entiendo

La calle 13 tiene colores otra vez

Mi calzón rosa del pato Donald entre mis nalgas es sexy, pero ya me estorba

Viro la mirada

El arcoiris me recorre las axilas y el ombligo

Me eleva

Floto sobre la azotea

No hay mar cerca, no hay más miedos entonces

Mis senos desnudos sienten el aire

Mi vagina desprotegida siente el viento, pero no es frío

Entra ya caliente en mi interior
Me penetra y lo disfruto

Mis dedos recorren mis pezones, los jalan

Mis dedos recorren mi estómago y mi pelvis se estremece

Mi dedo entre mi boca se humedece

Con una sonrisa perversa desciende hasta mi clítoris

Y comienza a hacer círculos sobre él

Y se humedece solo esta vez

Y me siento

Y me siento

Y hoy me hice mía, ahí de pie sobre la azotea.