El Ticuí

¿Recuerdas Macondo? El calor es igual de insoportable y el sol te quema hasta la raíz de los vellos púbicos. Ese es el Ticuí, Guerrero. Y si pasas algún día por ahí, entenderás que para los melancólicos y los viejos provincianos el resplandor de un lugar paradisiaco culmina con la ruina y la miseria emocional de su gente, de sus tierras y de sus jacales... ese es el Ticuí...¿Recuerdas Macondo?

lunes, agosto 08, 2005

Dieciséis

Éste texto está dedicado a una de las personas que más chingué y que más me chingó en mi vida. Por supuesto, faltan detalles como las pasadas de examen, en las que yo le copié, las pinches tareas que yo no hice y que él me pasó y esos 21´s que siempre le gané: un amigo de la primaria y a un cómplice del bachillerato.

¡Claro! Íbamos juntos en primero de primaria ¿recuerdas?
Qué viejos estamos.
Te peleabas conmigo por tu sacapuntas de fierro. Corrías histérico, con tu chaleco tejido azul agua marino, y tu camisa blanca intachable a acusarme con la maestra Soco, porque no te devolvía tu chingado sacapuntas.
Y no eran ganas de joder, lo juro, siempre los perdía. Claro, también tus lápices forrados de camuflaje, esos que te conseguía tu padre en al tienda del ejército.
Te recuerdo, serio, muy serio, casi un nerd, entendías todo, te desesperaba mi distracción, y prudente te acercabas a mi mesabanco y me explicabas con una sonrisa burlona.
Siempre me decías que yo era rica, porque mi padre era el presidente de la junta de Padres de Familia ¿te acuerdas?
Carajo, que jodón eras. Y yo, tan pasiva que era.
Tú mamá te ponía lunch y jamás lo compartías.
Siempre, me quedé con el antojo.
En segundo, nos topamos otra vez y en tercero, y de ahí hasta sexto.
¿Recuerdas que me golpeabas con tu suplemento didáctico?
¿Por qué no me quejaba?
¿Por qué nunca ni siquiera les menté la madre a ti o a Marco Antonio o a Germán?
Y pese a todo, carajo, que bien nos llevábamos.
Tú me enseñaste a jugar básquet, eran finales del último año de la Vicente.
Me dijiste cómo botar y cómo tirar.
Tú me enviciaste del básquet, que paradójicamente, me reclamaste años más tarde.
Y te fuiste a la Esfaid o a la Esfra.
Y me fui a la Técnica 30.
Tres años después, juntos en primero B del CBTIS.
Pinche Vida ¿no creés?
Yo te quería golpear. A esas alturas de mi vida, ya no era la niña de sexto que se columpiaba en el salón.
Ahí nos hicimos amigos, otra vez.
Pero ya no de golpes, ni burlas.
Tal vez sí, pero ya eran las menos.
Cómo ha pasado el tiempo mi querido Arturo.
Hace unos días me dijiste, en 16 años que llevo de conocerte…
¡Dieciséis! Carajo, eso es la tercera parte de mi vida.
Qué viejos estamos y qué lejos, otra vez.
Recuerdo que me traumé cuando te vi besándote con una mujer. Espera. Aún no lo supero.
Cómo ha pasado el tiempo, no cabe duda.
¿Te avientas otros 16?