El Palacio de la Sabiduría
Dice Charles Bukowsky que el camino de los excesos conduce al palacio de la sabiduría.
Tonta yo que le creí.
Caí en los excesos.
Y aún no veo a la sabiduría llegar.
Bebí tequila y vodka, hasta desconocerme frente al espejo.
Y aún no veo a la sabiduría llegar.
Fumé mariguana, hasta creer que me derretía en la llama de una veladora de Santa Teresita de Jesús.
Y aún no veo a la sabiduría llegar.
Cogí con cuatro hombres a la vez, hasta creer que el placer radicaba en mi lengua.
Y aún no veo a la sabiduría llegar.
Vomité 19 veces en un día a causa de una cruda, hasta pensar que vomitar era cagar.
Y aún no veo a la sabiduría llegar.
Leí 45 libros en un mes, hasta indigestarme de autores surrealistas.
Y aún no veo a la sabiduría llegar.
Escribí siete notas en un día, hasta creer que no había más acontecimientos que el PRD.
Y aún no veo a la sabiduría llegar.
Golpeé a un fulano, hasta verlo sangrar.
Y aún no veo a la sabiduría llegar.
Abandoné mi vida, hasta pudrirme.
Y aún no veo a la sabiduría llegar.
Mamé una verga por más de cinco horas, hasta que se derritió entre mis dientes.
Y aún no veo a la sabiduría llegar.
Heme aquí, sin palacio, ni sabiduría.
Sólo con excesos.
Y sigo sin ver la sabiduría, ni al palacio, llegar.