Terminaba de llover, aún olía a tierra mojada, el lodo en las calles... yo sobre la azotea...
Unas niñas jugando a la cuerda, mientras cantaban “Chango, chango, date la vuelta, chango, chango, alza un pié...”
Las calles de la colonia frías, solas, sólo se escucha el canto de las niñas, sus pies contra la banqueta y, la tierra absorbiendo el agua.
Yo, seguía de pié en la azotea del edificio, sentía el aire húmedo que llega después de la lluvia.
El cielo limpiándose, haciendo a un lado las nubes ya flacas y vacías que habían llegado dos horas antes a vomitar su líquido sobre la ciudad.
Un tenue rayo de sol atraviesa los árboles del parque de enfrente.
La gente comienza a salir de sus casas
Las ventanas comienzan a abrirse.
Son las seis de una tarde de septiembre.
Ya quedó atrás el día de la independencia, ya las banderas tricolores han sido guardadas y una que otra ahí yace olvidada por sus dueños.
La calle empedrada y lodosa aún está empapada.
Las flores del jardín del edificio comienzan a reaccionar de la lluvia, mientras otras intentan no ahogarse ante el torrencial de agua que las atacó minutos atrás.
Yo sigo parada frente a la calle enlodada y aún húmeda.
Continúo escuchando “Chango, chango date otra vuelta, chango, chango, el otro pie”.
Siento el aire entre mis senos desnudos frente a los árboles del viejo parque ya no tan solitario.
Mi saliva sabe dulce, no recuerdo que probé, tal vez es el sabor del semen aún fresco entre mis piernas.
Sigo de pie en la azotea.
Viendo sin ver.
Pensando en nada y en ayer.
Mis manos huelen a tequila añejo, mis hombros a vómito.
Entiendo, pero no quiero entender.
Hoy perdí mi virginidad.
Sigo de pie en la azotea del edificio 189 de la calle 13 en la colonia Nápoles.
Comienza la vida en la enlodada y aún húmeda calle 13
Es 1998 del mes de septiembre
Mis senos desnudos sienten el fresco aire que corre en la azotea.
Y las niñas soltaban ya la cuerda.
Otro tenue rayo de sol atraviesa las ventanas del viejo edificio de gobierno que está a lo lejos.
Pensaba sin pensar, oía sin oír, sentía sin sentir.
Sabía que era el saludo y la despedida.
Yo también soltaba la cuerda
No era más mujer
Mi bikini rosa con dibujos del pato Donald lucía ridículo entre mis nalgas.
¿qué me dolía más?
¿la vagina o el orgullo?
Un hombre me vio sudar, me vio sufrir y me hizo gozar
Mi vagina había sido probada, tentada, seducida.
Y yo seguía de pie en la azotea del viejo edificio.
Mis senos desnudos sentían el aire.
No quería sentir, pero algo más había entre nosotros, entre el viento y yo.
No sólo se colaba entre mis axilas y mis piernas
El aire me penetraba de nueva cuenta, pero ya no dolía más.
El sol se enfureció
Sin permiso de nadie, salió a agredirme la espalda, la nuca, las pantorrillas aún desnudas después del folklore taciturno
Las niñas sentadas arrojaban piedras a los charcos y celebraban la salida del sol.
La lluvia quedó atrás
Y con ella mi niñez, mi inocencia... mi virginidad
No jugaría más a la cuerda
Pero hace años lo había decido ya
Sigo de pié sobre la azotea y mis senos desnudos se han excitado de nueva cuenta
El sol deja de agredirme y me abraza con su resolana
Los árboles me sonríen
El cielo se abre como mi vagina lo hizo unas horas antes
Perdí la flor interna que ni yo valoré
Mi rosa tierna ha sido desflorada, sólo queda el polen, el tallo, y yo sonrío
Mi clítoris se erecta otra vez
Mis pezones quieren ser mordidos otra vez
Mi vagina está más húmeda que la calle 13
Me escurre más sudor de ansias que agua de las ventanas del edificio 183
Y llega el arcoiris y con ella la desesperación
Un calor encendido eriza los bellos de mis brazos, de mis pechos, de mi estómago y de mi pelvis
Me muerdo los labios
No quiero entender
El sabor dulce de mi lengua
Los labios de mi vagina chocan entre sí
Pegajosos, piden más
Sigo de pie sobre la azotea, el viento escurre entre mí
El sol evaporó mis dudas
Dejé de ser niña, entonces seré mujer
Ya solté la cuerda
Ya no jugaré más a la cuerda
Sonrío
Entiendo
La calle 13 tiene colores otra vez
Mi calzón rosa del pato Donald entre mis nalgas es sexy, pero ya me estorba
Viro la mirada
El arcoiris me recorre las axilas y el ombligo
Me eleva
Floto sobre la azotea
No hay mar cerca, no hay más miedos entonces
Mis senos desnudos sienten el aire
Mi vagina desprotegida siente el viento, pero no es frío
Entra ya caliente en mi interior
Me penetra y lo disfruto
Mis dedos recorren mis pezones, los jalan
Mis dedos recorren mi estómago y mi pelvis se estremece
Mi dedo entre mi boca se humedece
Con una sonrisa perversa desciende hasta mi clítoris
Y comienza a hacer círculos sobre él
Y se humedece solo esta vez
Y me siento
Y me siento
Y hoy me hice mía, ahí de pie sobre la azotea.